lunes, 4 de septiembre de 2017

TÁCTICAS DEL DEMONIO


Tácticas del demonio



El demonio utiliza distintas tácticas según sea el alma a la que va dirigida su tentación y sugestión. Con las almas pecadoras y sumergidas en los pecados, su trabajo es casi nulo, pues la misma alma trabaja por sí sola para su perdición, y el diablo simplemente la induce y tienta a cometer cada vez más graves pecados, pero generalmente la deja tranquila, pues sabe que ese tipo de almas ya van por el camino del Infierno.

Sin embargo con las almas que son un poco más piadosas, e incluso con las almas que quieren realmente llegar a la perfección, a la santidad, el diablo se disfraza de ángel de luz, y utiliza toda su astucia e inteligencia corrompida en disimular sus intereses homicidas.

Es así como notamos que en las almas buenas, el demonio quiere desordenarlas, al menos que, si no puede hacerlas caer en faltas más o menos graves, por lo menos se interesa vivamente en que las almas pierdan la paz y se desordenen.

Efectivamente el diablo es desorden, es el primer Desordenado, y no puede actuar distinto a su naturaleza, y lleva desorden a todas partes. Por eso quien está un poco atento, descubre fácilmente sus argucias, ya que todo lo que deja paz en el alma, viene de Dios; en cambio lo que perturba e inquieta, no viene sino del Maligno.

San Ignacio de Loyola nos da una ayuda para no caer en un tipo de trampa que tiende el demonio a las almas piadosas, y es hacer lo contrario a que el demonio nos sugiere. Es decir, a veces el diablo propone extremos, o hacer mucha más penitencia de la que estamos haciendo, y entonces es el momento de actuar en contra, es decir, hacer menos penitencia, o al menos continuar con la que hacemos habitualmente.

Lo importante para Satanás es desordenarnos, porque como bien dice el dicho popular: “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Y el demonio quiere desestabilizarnos, desordenarnos, para “pescar” en las aguas turbulentas de nuestras almas.

Estemos en guardia, porque tenemos un enemigo formidable que nos acecha y anda como león rugiente a nuestro alrededor tratando de devorarnos.

Y lo más peligroso es dudar de la existencia de los demonios, dudar de que son un número sin número y que casi continuamente atentan contra nuestras almas, pero también contra nuestras vidas materiales, pues causan accidentes y desgracias, de modo que si nuestros ángeles custodios no nos defendieran continuamente, no podríamos salir bien parados de estas emboscadas.

La paz es signo de que algo viene de Dios. La inquietud, en cambio, es señal de que algo no viene de Dios, sino del Maligno. Tengamos esto siempre bien presente para distinguir las mociones de los diversos espíritus que se alternan en nosotros.

Y no nos extrañemos que en un momento estemos movidos por el espíritu bueno, y al siguiente momento por el espíritu malo; pues un ejemplo claro de que eso puede suceder, y sucede a menudo, es cuando Pedro hizo su confesión de fe en Jesucristo, y al momento siguiente trató de disuadir a Jesús de la Cruz, con lo que consiguió que el Señor le llamara “Satanás”. Pensemos en ello, porque a nosotros también nos puede pasar.


© Sitio Santísima Virgen

3 comentarios:

  1. Gracias por este artículo. Quisiera decir, sin querer negar nada de esto, otra cosa. Solo añadir que la gente muy mala vive muy feliz y en paz cuando han logrado hacer una maldad a una persona buena. La persona buena vive en paz haciendo bondades, la mala disfruta haciendo maldades. Entonces lo que hay que diferenciar es de dónde viene la paz que tienes en ese momento, de hacer el bien o de hacer el mal.

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    1. Porque hay mucha gente mala que se engaña a sí misma para creerse buena, (otra disfruta siéndolo y no necesita engañarse). Los malos buscan justificaciones a lo que hacen para sentirse bien. Incluso creen que los buenos son estúpidos y se merecen ser dañados. Los malos se creen muy listos. La moral de los buenos, los malos la encuentran un defecto que les hace a los buenos perder oportunidades y exponerse a ser abusados. Además, los malos saben fingir la bondad a la perfección.

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    2. Los malos creen que todo el mundo o bien es malo o bien estúpido y que ellos tienen "derecho" a defenderse o a aprovecharse. Que todo el mundo finge, y que los buenos son tontos y "merecen una lección para espavilar", y que si no se la dan ellos se la darán otros. Incluso se consideran para sí mismos justos y "buena gente", para ellos todo es fingimiento y cinismo, la empatía es algo que no pueden sentir, solo sienten narcisismo. Son aduladores de sus superiores a la vez que pisan a sus inferiores, ven "competidores" por todos lados. Proyectan atribuyendo a los demás sus malas intenciones y les acusan injustamente, hasta que el infeluz se cree culpable y se avergüenza de lo que ha hecho el otro. El malvado grita acusándote: "¡Tu no me respetas!" mintras te está pisando. Se cree justo y bueno hasta tal punto que te hace creer malo a ti. Debemos pedir ayuda a Jesus cuando nos toca tratar con estas malas hierbas.

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