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sábado, 20 de mayo de 2017

ESCALERA DE CUATRO PELDAÑOS


Escalera de cuatro peldaños




Para mejorar la lectura diaria de la Biblia con una breve meditación, se han señalado cuatro pasos de una mística escalera que, apoyada en la tierra, penetra hasta el mismo cielo. Este método de los monjes, llamado “lectio”, tiene cuatro momentos: lectura, meditación, oración y contemplación.

1. Lectura: lee el fragmento elegido, que podría ser el evangelio del día, con calma varias veces, e intenta responder a esta pregunta: ¿Qué dice este texto? Fíjate las personas que intervienen, sus sentimientos, el lugar y el tiempo del suceso, etc. Subraya algunas palabras que están cargadas de significado en la Biblia.

2. Meditación: te preguntas: ¿Qué me dice Dios hoy en este texto? ¿A qué cambios me invita, qué desafíos me sugiere? Puedes tomar alguna frase que te impresionó y repetirla como “rumiando” su denso contenido.

3. Oración: ¿Qué le digo yo a Dios? Quizá debo agradecerle mucho, o bien pedirle perdón, o elevarle alguna súplica. Apóyate en las mismas palabras del texto para elaborar con sencillez tu propia oración.

4. Contemplación: Es un regalo de la gracia de Dios que se manifiesta como una alegría, una decisión, una nueva mirada sobre la vida y el mundo, una esperanza y amor nuevos, quizá el don de lágrimas…

En síntesis, pregúntate: ¿Qué me dice el texto?, ¿Qué me dice Dios en este texto? y ¿Qué le digo yo a Dios? Y así  tu lectura es oración, basada en las mismas palabras de Dios. Con el tiempo asociarás otras frases ya meditadas que complementarán el texto del día. Esto representará una gran alegría y fuerza para tu relación con Dios. Es cuestión de comenzar. Anímate.


* Enviado por el P. Natalio

viernes, 19 de mayo de 2017

LA HORMIGA Y LA PALOMA


La hormiga y la paloma




Ser agradecidos es propio de corazones nobles. No es lo común. Cuando Jesús curó a diez leprosos, sólo uno regresó a dar las gracias. El reconocimiento de los favores recibidos hace quedar bien consigo mismo por haber hecho lo justo y correcto. Desde luego, el que beneficia debe hacerlo por pura bondad. Pero le es grato verse agradecido.

Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manantial, y arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse. Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita y la arrojó a la corriente. Montó encima la hormiga salvándose. Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Lo vio la hormiga y lo picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo. (Esopo)

Ser agradecido es una virtud humana muy digna. Dar las gracias por un favor es una forma concreta de reconocer que lo que han hecho por nosotros, nos agrada y beneficia. Poco de lo que somos o poseemos lo hemos logrado por mérito propio. Generalmente, se lo debemos a alguien. Aprovecha hoy toda ocasión de decir sencillamente, “Muchas gracias”.


* Enviado por el P. Natalio

jueves, 18 de mayo de 2017

HAZ BUENOS PROPÓSITOS


Haz buenos propósitos



Cuando se trata de edificar una casa, hay que ser concreto y práctico. El albañil observa si están los materiales y herramientas necesarias, examina los planos, toma las medidas sobre el terreno, empuña la pala y comienza el trabajo. En la noble tarea de agradar al Señor, tú también debes ir a lo concreto. Para eso están los propósitos. Algunos ejemplos, para inspirarte:

Me encargaré de una tarea familiar no habitual. Comenzando el día ofreceré a Jesús mis trabajos. Aceptaré las críticas sin buscar justificaciones. Diré un pensamiento de fe a un vecino. Visitaré a un amigo que me necesita. Pensaré un defecto característico de mi personalidad y el modo de evitarlo. Felicitaré a un miembro de mi familia por una buena cualidad o acto bueno realizado. Diré de algún modo al vecino que estoy contento de él. Rezaré un misterio del rosario por los enfermos. Preguntaré a un familiar un rasgo negativo de mi personalidad para comenzar a corregirlo.

Los Exploradores de Don Bosco se comprometen a hacer al menos una buena acción por día. Cada uno de estos actos es como un ladrillo de esa maravillosa construcción que levantas para alegría de Dios. Él goza ver a sus hijos desarrollar con generosidad los dones recibidos. Que pases un buen día.


* Enviado por el P. Natalio

martes, 16 de mayo de 2017

COMENZAR DE NUEVO


Comenzar de nuevo




La constancia es fundamental porque da un toque de perfección a todos los talentos del hombre. Sin ella, nada vale ser un genio en el arte, en la ciencia, en la literatura o en los negocios. No se llega a ninguna meta. Queda uno vencido por el camino.

En 1914 un incendio dejó en ruinas las grandes industrias de Tomás Edison. En una noche perdió una fortuna en valiosos equipos. Las llamas consumieron documentos de toda su vida. Tenía entonces 67 años. Su hijo Carlos corría angustiado buscando al padre. Al fin lo encontró en medio del desastre, el rostro iluminado por el resplandor rojizo de las llamas, con su cabellera blanca flotando al viento invernal. “Me partía el corazón verlo —contaba después Carlos—. Ya no era joven, y todo aquello era reducido a cenizas. Al verme me gritó: ¿Dónde está tu madre? Corre a buscarla. Jamás volverá a ver un espectáculo semejante. Y añadió: “Los desastres tienen un gran valor: se queman todos nuestros errores. Gracias a Dios podemos comenzar de nuevo”.

No olvides que una voluntad firme y valiente “puede transformar tus lágrimas en sudor, tu desgano en sacrificio, tu duda en convicción”. Que también tú, como esos soldados que hallan un gozo especial en los más duros combates, sepas entrenar y desarrollar una voluntad recia para salir, de la mano de Dios, victorioso de las adversidades.


* Enviado por el P. Natalio

lunes, 15 de mayo de 2017

DEJO EN TUS MANOS


Dejo en tus manos…



Confiar en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan incomprensibles. Una oración del P. V. Fernández.

Te entrego, Señor, todo lo que tengo y todo lo que estoy viviendo. Te doy gracias por lo que me estás regalando y lo disfruto con gozo. Pero desde ya lo dejo en tus manos para que acabe cuando tenga que acabar. Te proclamo a ti, Jesús, como único Señor, dueño de todas mis cosas, de todo lo que vivo, rey de todo lo que soy y de todo mi futuro. Te declaro Señor de todos mis afectos, de mis deseos, de mis relaciones. Sé que me darás la felicidad que necesito porque confío en tu amor, pero me la darás a tu modo, como sea mejor para mí. En ti deposito toda la confianza de mi corazón. Amén.

En los salmos se declara dichoso al hombre que busca refugio en Dios cuando llegan las tribulaciones y calamidades de la vida: “Dichoso el hombre que ha puesto en Dios toda su confianza, porque no quedará defraudado”. Los hombres fallan y desilusionan, Dios no. Que él te conceda abandonarte en sus brazos junto con tus cosas y seres queridos.


* Enviado por el P. Natalio

domingo, 14 de mayo de 2017

MOMENTO CUMBRE


Momento cumbre



Cuando participes de la misa, presta suma atención en el momento cumbre del gran prodigio de amor. Toda la misa converge en este momento sublime: para este momento supremo viven todos los sacerdotes y para esto se celebra la misa. Sin la consagración, la misa no sería misa. Vive conscientemente este gran acontecimiento y agradécelo a Dios.

Cuenta el P. Ángel Peña: “Un sacerdote, amigo mío, me relató lo que le había pasado un día en el momento de la consagración del vino. En ese momento, ante sus ojos asombrados, vio cómo el vino del cáliz empezó a burbujear y miles de burbujas se movían, mientras decía las palabras: Este es el cáliz de mi sangre... Así Dios le hizo entender, de un modo extraordinario, la maravillosa realidad de la conversión del vino en su sangre divina. A partir de ese momento, su fe en la Eucaristía se reafirmó para siempre. Procuremos, en esos momentos, estar de rodillas ante nuestro Dios. No seamos meros espectadores indiferentes. Alguien ha dicho que nunca es el hombre más grande que cuando está de rodillas”.

Santa Margarita María Alacoque cuenta en su autobiografía que su ángel de la guarda: “no soportaba la menor falta de devoción o de respeto ante Jesús sacramentado, delante del cual lo veía postrado en tierra y deseaba que yo hiciese lo mismo”. ¡Oh, si pudiésemos ver lo invisible del mundo espiritual! Que vivas con fervor y fe estas sublimes realidades.


* Enviado por el P. Natalio

jueves, 11 de mayo de 2017

LA LECCIÓN DE LA AMBULANCIA


Lección de la ambulancia



Hoy te ofrezco una reflexión que te ayudará a madurar un sano sentido del verdadero valor de los bienes de la vida. A veces nos falta el sentido de la proporción, pues distorsionamos la importancia de las cosas y perdemos la paz del corazón por pequeñeces que ambicionamos desmedidamente.

Tal vez hoy te encontraste con una ambulancia y quizás eso te obligó a pensar en el dolor, en ese pobre enfermo que iba camino del hospital. Esa ambulancia ha sido para ti un despertador de esa modorra espiritual que elimina enseguida de la reflexión el mundo del dolor. Por eso, Dios permitió que la ambulancia se cruzara en tu camino. Esta mañana te levantaste sano, y esta noche tal vez también te acuestes sano, pero no piensas en la riqueza inmensa que es la salud, y te quejas a veces porque te falta algo de escasa importancia. ¿No es más justo, hermano, agradecer porque gozas de excelente salud y no quejarte por cosas que en verdad son pequeñeces? Aprende la sabiduría de ver en Dios al dador de los bienes fundamentales, y no tanto al negador de ciertas comodidades…

Una vez leí esta frase: “Me quejé de no tener zapatos, hasta que contemplé un hombre que no tenía pies”. En verdad una experiencia así nos abre al sentido de la proporción, pues moderamos nuestras quejas en medio de una intensa gratitud por los bienes básicos que disfrutamos. Que pases un día de acción de gracias.


* Enviado por el P. Natalio

SOMOS HIPÓCRITAS O SERVIDORES?


¿Somos hipócritas o servidores?
Este discurso de Jesús se dirige a los cristianos de todos los tiempos. Se dirige a las autoridades de la Iglesia y se dirige igualmente a cada uno de nosotros.


Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Retiros y homilías del Padre Nicolás Schwizer 




En las Sagradas Escrituras, frecuentemente, Jesús ataca a los escribas y fariseos. Invita a los suyos a hacer y cumplir lo que enseñan, pero no imitarlos en su conducta. Son críticas duras que les hace a los dirigentes espirituales de su pueblo. En concreto les echa en cara lo siguiente:

1. No cumplen lo que enseñan
2. Imponen cargas pesadas a la gente, pero ellos ni las tocan
3. Quieren aparentar ante los demás
4. Buscan los primeros puestos y los saludos en las plazas

Ahora, uno podría pensar que estas actitudes fueron propias de esta gente y que con su muerte se acabaron. Lastimosamente no es así. Este discurso de Jesús se dirige, por eso, también a los cristianos de todos los tiempos. Se dirige a las autoridades de la Iglesia y se dirige igualmente a cada uno de nosotros.

Porque los fariseos no son una categoría de personas. Se trata, más bien, de una categoría del espíritu de una postura interior. Es un bacilo siempre dispuesto a infectar nuestra vida religiosa.

Todos somos fariseos:
a. Cuando reducimos la religión a una cuestión de prácticas espirituales, a un legalismo estéril;
b. Cuando pretendemos llegar a Dios dejando de lado al prójimo;
c. Cuando nos preocupamos más de “parecer” que de “ser”;
d. Cuando nos consideramos mejores que los demás.

Toda esta plaga tiene un único y solo nombre: hipocresía. Por eso, con toda justicia, fariseísmo se ha convertido para nosotros en sinónimo de hipocresía.
Los hipócritas tienen una “doble cara”, una vuelta hacia Dios y la otra hacia los demás. Y, sin duda, la cara que mira a Dios es horrible, espantosa.

Para Cristo, la ley no era un ídolo, sino que era un medio. Tenía la tarea de empujar al hombre hacia adelante, de ayudarle para crecer.
El desafío que hoy nos presenta Jesús es, entonces: amor o hipocresía. Porque amar significa servir. Quien ama realmente, sirve a los demás, se entrega a los hermanos.

Es la actitud de Cristo. Toda su vida en esta tierra no fue sino un servicio permanente a los demás. Y al final entrega hasta su vida por nosotros, para liberarnos y salvarnos.

Y es también la actitud de María. En la hora de la Anunciación se proclama la esclava del Señor. Nosotros muchas veces creemos que estamos sirviendo a Dios porque le rezamos una oración o cumplimos una promesa. Miremos a María: Ella le entrega toda su vida, para cumplir la tarea que Dios le encomienda por medio del ángel. Cambia en el acto todos sus planes y proyectos, se olvida completamente de sus propios intereses.

Lo mismo le pasa con Isabel. Sabe que su prima va a tener un hijo y parte en seguida, a pesar del largo camino de unos cien kilómetros. No busca pretextos por estar encinta y no poder arriesgar un viaje tan largo. Y se queda tres meses con ella, sirviéndola hasta el nacimiento de Juan Bautista.
Hace todo esto, porque sabe que en el Reino de Dios los primeros son los que saben convertirse en servidores de todos. Cuando el ángel le anuncia que Ella será Madre de Dios, entonces María comprende que esta vocación le exige convertirse en la primera servidora de Dios y de los hombres.

Pidamos a Jesús y a María que nos regalen ese espíritu de servicio desinteresado y generoso, que ellos han vivido tan ejemplarmente. Sólo con ese espíritu podremos enfrentar los desafíos del mundo de hoy. Sólo con ese espíritu podremos ser instrumentos aptos para construir un mundo nuevo.

Preguntas para la reflexión

1. ¿En qué grupo estoy, hipócritas o servidores?
2. ¿Cómo podemos servir a los demás?
3. ¿Qué actitud de María puedo adoptar?

miércoles, 10 de mayo de 2017

LAS DOS CARTAS


Las dos cartas



La humildad consiste en el reconocimiento de que Dios es el autor de todo bien. De él proviene todo cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y es nuestro prójimo. Por eso no cabe el sentido competitivo de la vida, que está en el fondo de la actitud soberbia y envidiosa. El que quiere sobresalir no busca tanto alcanzar una meta, sino crear distancia respecto de los otros.

El Cura de Ars dijo en cierta ocasión: “He recibido dos cartas en el mismo correo; una decía que yo era un gran santo, y la otra, que era un hipócrita y un impostor. La primera no me hacía mejor de lo que soy y la segunda no me hacía peor de lo que soy. Delante de Dios, todos somos lo que somos, nada más ni nada menos”.

Ubicarse ante Dios significa ser conscientes de nuestra pequeñez y dependencia, porque “El Señor es un Dios grande, tiene en su mano los abismos de la tierra, son suyas las cumbres de los montes, suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos”, (Sal 95). Ante él “somos polvo y ceniza”, como le dijo Abrahán.


* Enviado por el P. Natalio

martes, 9 de mayo de 2017

LECCIONES DE LA VIDA


Lecciones de la vida



A menudo las pequeñas frustraciones diarias nos impiden apreciar la vida en el momento presente. Pero a medida que envejecemos, aprendemos a desprendernos del drama y del caos; nos volvemos más humildes y estamos menos dispuestos a dedicar nuestro tiempo a cosas banales. He aquí algunas lecciones importantes de la vida que he aprendido con el paso del tiempo:


1. Las frustraciones cotidianas son inevitables:
Muy rara vez tenemos el control total de todas las situaciones. Por muy estresante que esto sea, lo que nos importuna tanto hoy no importará dentro de un mes. Y con la edad lo sabemos con certeza.
Consejo: Deja de lado las tonterías, sé positivo y sigue adelante con tu vida.


2. Alcanzar la perfección:
Hay una gran diferencia entre el esfuerzo razonable y el perfeccionismo. El perfeccionismo nos causa estrés innecesario y ansiedad, creado por la necesidad superficial de hacerlo bien. No te pierdas en esforzarte por lograr la perfección porque esto te impedirá obtener algo que valga más la pena hacer.
Consejo: Deja ir las fantasías y los momentos perfectos que creaste "artificialmente" y te han hecho creer.


3. Las complejidades de lo que está en él para usted:
En esta vida nada 'guardamos' hasta que primero 'damos'. Esto puede aplicarse al conocimiento, perdón, servicio, amor, tolerancia, aceptación... No olvides que dar/entregar nos abre a la gracia.
Consejo: Dar para recibir.


4. La presión de actuar inmediatamente:
Hacer las cosas apresuradamente puede parecer mejor cuando somos más jóvenes; con el tiempo nos damos cuenta de la importancia del trabajo lento y constante. Además a menudo pensamos que sólo las grandes obras marcarán la diferencia, pasando por alto que una simple sonrisa puede iluminar el día de otra persona.
Consejo: No puedes plantar una semilla y esperar a que se convierta en flor durante una sola noche.


5. Ansiar posesiones caras:
Más adelante en la vida prestamos menos atención a las pertenencias físicas que solían parecernos tan necesarias y vitales.
Consejo: Las que realmente importa no se puede comprar.


6. Ganar la aprobación de otros:
A largo plazo tu convicción es lo que determinará tu nivel de éxito personal, no el número de personas que están de acuerdo con las cosas que haces.
Consejo: Sigue el camino que conduce a tu corazón hacia una genuina paz.


7. Las críticas de los demás:
Si lo tomas todo personalmente, vivirás ofendido por el resto de tus días. Cuando te desprendes de las opiniones o críticas de otras personas, te sientes libre.
Consejos: La manera en que la gente te trata es su problema. Cómo reaccionas tú, es el tuyo.


8. Juzgar a otros por sus deficiencias:
Todos tenemos días malos. Te darás cuenta de que debes dar a los demás el 'respiro' que merecen; como esperar a que ellos hagan lo propio en esos días menos favorables. Nunca sabemos realmente lo que alguien está pasando.
Consejo: Sé amable, generoso y respetuoso.


9. Culpar a otros:
Una persona feliz nunca evade las responsabilidades o culpas (apuntando a los demás e inventando excusas). Piensa que la felicidad es un subproducto de tu propio pensamiento, creencias, actitudes, carácter y comportamiento.
Consejo: Tu eres el único responsable de cómo se desarrolla su 
vida.


10. Relaciones superficiales que te hacen sentir más popular:
Mientras que es bueno tener conocidos, dedica tu tiempo a aquellos que más importan.
Consejo: Tu tiempo es limitado. Aprovecha para estar cerca de las personas que te hacen sonreír con el corazón.


11. Distantes posibilidades futuras:
A medida que envejecemos, somos conscientes de que tenemos más tiempo tras nosotros y menos por delante. El futuro lejano poco a poco cobra menos valor para nosotros a un nivel personal. El secreto para la felicidad y la paz es dejar que este momento sea lo que es (en lugar de lo que pensamos que debería ser).
Consejo: Algunos esperan todo el día que sean las 5 pm, toda la semana para que sea viernes, todo el año para que lleguen las vacaciones y toda su vida para alcanzar la felicidad. No seas uno de ellos.


12. La obsesión con la belleza exterior:
Con el tiempo nos damos cuenta de que la belleza no tiene casi nada que ver con las miradas. El principal interés radica en quiénes nos hemos convertido interiormente.
Consejo: El secreto de la belleza radica en cómo hacemos sentir a los demás -sobre sí mismos- y en cómo nos sentimos acerca de nosotros mismos.


© Todomail




domingo, 7 de mayo de 2017

BUENA CONVIVENCIA


Buena convivencia



La buena convivencia comienza por el respeto. Respetas a una persona cuando la tienes por lo que es: un ser humano con toda su dignidad. Una forma distinguida de respeto es el trato cortés. Las reglas básicas de la cortesía son simples: alabar lo bueno de los otros, suprimir reproches, dar importancia y prestar atención a los demás.

Robert Schuman, ex-ministro francés de Asuntos Exteriores, preguntado por su vecina de mesa, durante un banquete de boda, por qué nunca manifestó ningún deseo de casarse, repuso: Tengo mis motivos. Cuando era aún muy ¡oven, cierto día viajé en el metro. La aglomeración era enorme, y, sin querer, pisé a una señora que se hallaba a mi lado. Sin volver la cabeza, la dama exclamó: Imbécil, ¿no puedes tener más cuidado? Luego me miró, sonrió amablemente y me dijo: “Ah, perdone usted, creí que era mi marido”.

Las buenas relaciones humanas en el hogar y fuera del hogar necesitan un clima de aceptación mutua, de comprensión y en especial de paciencia. Ésta es una faceta del amor. San Pablo en el magnífico himno al amor dice que “el amor es paciente”. La paciencia es difícil. Pero es más fácil si la pides cada día al Señor.



* Enviado por el P. Natalio

BUEN TRATO EN EL HOGAR


Buen trato en el hogar



No es raro que en las familias suceda que el trato cortés y delicado se reserve más bien para los extraños. Estábamos quizá discutiendo y vociferando en casa, cuando sonó el timbre, abrimos a la visita que se anunciaba y de inmediato el clima de la convivencia se modificó. Empezó un intercambio de amable cortesía con quienes llegaban de fuera.

En la Italia de la posguerra en cierta ocasión un grupo de periodistas entrevistó al Conde Sfoza, ministro de relaciones exteriores. Los reporteros comenzaron a preguntarle sobre la situación política internacional. —Es francamente optimista y esperanzadora, contestó el ministro con una sonrisa. Los relaciones italoamericanas son excelentes; las italobritánicas, así mismo son satisfactorias; las italofrancesas, van mejorando día a día. Las únicas que dejan que desear son las italoitalianas. Todos rieron. Y el ministro añadió: —A veces es más difícil arreglar las rivalidades internas que la gran política externa.

Vale la pena tenerlo en cuenta y disponerse a vivir en la propia familia lo que san Pablo recomendaba a los de Colosas: “Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección”. Y no olvides que la cortesía y la delicadeza en el trato cotidiano es la mejor expresión del amor.



* Enviado por el P. Natalio

viernes, 5 de mayo de 2017

DESPERTARÉ AL GIGANTE DORMIDO


Despertaré al gigante dormido



Tu vida es el resultado de tus pensamientos habituales. Sí, si tienes pensamientos felices, serás feliz. Si tienes pensamientos desdichados, serás desdichado. Si tienes pensamientos temerosos, tendrás miedo. Si piensas en el fracaso, seguramente fracasarás. Según pienses en tu corazón, así serás. Aquí te presento algunas frases estimulantes para alimentar tus pensamientos.

- Creo realmente en mí mismo: en mis habilidades, en mis talentos, en los grandes dones que el Señor me ha dado. ¡Soy su milagro más grande!
- Hoy despertaré al gigante dormido que hay dentro de mí. Floreceré donde Dios me ha plantado, aunque sea en la roca.
- Porque confío en Jesús, tengo nueva vida y se renuevan mis fuerzas. Tengo alas como las águilas... Camino y no me fatigo. Corro y no me agoto (Isaías, 40,31).
- La alegría del Señor es mi fuerza: cultivaré la alegría, la cordialidad, el buen humor.

Estas frases te las ofrezco para que las repitas y vayas modelando tu pensamiento habitual, especialmente cuando te asalten emociones negativas que amenazan tu alegría, tu paz, tu confianza en ti mismo. Vigílate hoy para eliminar desde el comienzo todo sentimiento negativo. Que pases un día de serena alegría y buena autoestima.


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 3 de mayo de 2017

EL MEJOR MAÍZ


EL MEJOR MAÍZ




Un agricultor participaba todos los años en la principal feria de agricultura de su comarca, y lo más extraordinario es que ya llevaba varios años en que siempre ganaba en primer lugar y se llevaba el trofeo al “Maíz del año”.

Cada año llegaba con el maíz cosechado y salía vencedor portando una faja azul, recubriendo su pecho, que indicaba que su maíz era el mejor de todos. Y no solo eso, sino que iba superando a sus cosechas pasadas. Todos estaban asombrados.

Al final de la entrega de premios, los periodistas lo entrevistaron. Uno de ellos, perteneciente a la televisión, le hizo la pregunta que a todos les interesaba: ¿Cómo acostumbraba cultivar su valioso producto? ¿Cuál era su secreto?

Al agricultor no le importó revelarle su secreto: su método consistía en compartir buena parte de sus mejores semillas con sus vecinos, para que ellos también las sembraran. El periodista quedó sorprendido:

- “¿Cómo es posible que les comparta sus semillas cuando ellos están compitiendo directamente con usted?” Pero el agricultor le confirmó:

- “Bueno, es muy simple. Usted sabrá que el viento recoge el polen del maíz maduro y lo lleva de campo en campo, y eso ayuda a que sea mejor el producto. Si mis vecinos cultivaran un maíz de baja calidad, la polinización degradaría continuamente la calidad de mi maíz. Si yo quiero cultivar maíz bueno, tengo que ayudarles a cultivar el mejor maíz, y por ello les doy a ellos mis mejores semillas. A fin de cuentas es como todo: uno cosecha lo que siembra. 

Moraleja: Preocuparse de los demás es el mejor modo de preocuparnos de nosotros mismos, pues pensar en el prójimo es el mejor modo de pensar en nosotros mismos”. Si decidimos estar en paz, no solo hemos de estar en paz con nosotros mismos, sino hemos de hacer que los demás consigan estar en paz. Y si queremos vivir felices, hemos de procurar que los demás sean felices también. 

lunes, 1 de mayo de 2017

ESTRELLAS EN EL CIELO


Estrellas en el cielo



Existían millones de estrellas en el cielo, estrellas de todos los colores: blancas, plateadas, verdes, doradas, rojas, azules. Un día, inquietas, ellas se acercaron a Dios y le propusieron:

- Señor, nos gustaría vivir en la Tierra, convivir con las personas.

- Así será hecho, respondió el Señor. Las conservaré a todas ustedes pequeñitas, tal como se ven de lejos, para que puedan bajar a la Tierra.

Se cuenta que en aquella noche hubo una fantástica lluvia de estrellas.

Algunas se acurrucaron en las torres de las iglesias, otras fueron a jugar y a correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se mezclaron con los juguetes de los niños. La Tierra quedó, entonces, maravillosamente iluminada.

Pero con el correr del tiempo, las estrellas decidieron abandonar a los hombres y volver al cielo, dejando a la tierra oscura y triste.
- ¿Por qué volvieron? - preguntó Dios, a medida que ellas iban llegando al cielo.

- Señor, nos fue imposible permanecer en la Tierra, existe allí mucha miseria, mucha violencia, hay demasiadas injusticias.
El Señor les contestó:

- ¡Ustedes pertenecen aquí, al Cielo! La tierra es el lugar de lo transitorio, de aquello que cae, de aquel que yerra, de aquel que muere. Nada es perfecto. El Cielo es el lugar de lo inmutable, de lo eterno, de la perfección.

Después de que habían llegado gran cantidad de estrellas, Dios verificó la cantidad y habló de nuevo:

- Nos está faltando una estrella, ¿dónde estará?

Un ángel que estaba cerca replicó:
- Hay una estrella que resolvió quedarse entre los hombres. Ella descubrió que su lugar es exactamente donde existe la imperfección, donde hay límites, donde las cosas no van bien, donde hay dolor.

- ¿Qué estrella es esa? volvió a preguntar. 

Es la Esperanza, Señor, la estrella verde. La única estrella de ese color. Y cuando miraron para la tierra, la estrella no estaba sola: la Tierra estaba nuevamente iluminada porque había una estrella verde en el corazón de cada persona.

Porque el único sentimiento que el hombre tiene y Dios no necesita retener es la Esperanza. Dios ya conoce el futuro y la Esperanza es propia de la persona humana, propia de aquel que yerra, de aquel que no es perfecto, de aquel que no sabe como puede conocer el porvenir.

- Recibe en este momento esta Estrellita Verde en tu corazón, la Esperanza. No dejes que ella huya y no permitas que se aparte. Ten certeza que ella iluminará tu camino, sé siempre positivo y agradece todo a Dios. Sé siempre feliz y contagia a otras personas tu felicidad.

miércoles, 26 de abril de 2017

LA PIEDRA


La piedra



El distraído tropezó con ella.

El violento la utilizó como proyectil.

El emprendedor construyó con ella.

El campesino cansado la utilizó como asiento.

Para los niños fue un juguete.

David mató a Goliat y Michelángelo le sacó la más bella escultura.

En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre.

No existe piedra en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento.

martes, 25 de abril de 2017

LA PARADOJA DE LA VIDA


La paradoja de la vida




Dicen que Dios creó al burro y le dijo: serás burro, trabajarás de sol a sol, cargarás sobre tu lomo todo lo que te pongan y vivirás 30 años.

El burro contestó: Señor, seré todo lo que me pidas, pero 30 años es mucho............ ¿porque no mejor 10 años?
Y Dios creo al burro

Después creó al perro y le dijo..... serás perro, cuidarás las casas de los hombres, comerás lo que te den y vivirás 25 años.
El perro contestó: Señor, seré todo lo que me pidas, pero 25 años es mucho ¿porque no mejor 10 años?
Y Dios creó al perro.

Luego Dios creó al mono y le dijo... serás mono, saltarás de árbol en árbol, harás payasadas para divertir a los demás y vivirás 15 años.

El mono contestó: Señor, seré todo lo que me pidas, pero 15 años es mucho ¿porque no mejor 5 años?
Y Dios creó al mono.

Finalmente Dios creó al hombre y le dijo... Serás el más inteligente.... dominarás el mundo.......... y vivirás 30 años.
El hombre contestó: Señor........ seré todo lo que me pidas, pero 30 años es poco ¿por qué no me das los 20 que no quiso el burro, los 15 que rechazó el perro, y los 10 que no aceptó el mono?
Y Dios creó al hombre.

Así es como el hombre vive 30 años como hombre... luego se casa y vive 20 años como burro, trabajando de sol a sol y cargando con la familia...luego se jubila y vive 15 años como perro... cuidando la casa, comiendo lo que le den... y termina viviendo 10 años como mono... saltando de casa en casa de los hijos y haciendo payasadas para divertir a los chicos.

Esta es la paradoja de la vida.

lunes, 24 de abril de 2017

LA MURALLA DE NIEVE

LA MURALLA DE NIEVE





Cuando comenzó el año 1814, las tropas de suecos, cosacos, alemanes y rusos estaban a media hora de marcha de la ciudad de Sleswick. Cada día, llegaban noticias terribles desde el campo sobre el comportamiento de los soldados. Se pensaba que el ataque final llegaría la medianoche del 5 de enero, que se acercaba.

En las afueras de la ciudad, en el lado por donde venían los enemigos, había una casa solitaria, y en ella había una anciana creyente, que estaba orando seriamente con las palabras de un antiguo himno, para que Dios levantase una muralla alrededor de ellos, de forma que el enemigo no pudiera atacarles. En esa misma casa vivían su hija, viuda, y su nieto, un joven de 20 años. Él oyó la oración de su abuela, y no pudo evitar decir que no comprendía cómo ella podía pedir algo tan imposible como que un muro se construyera alrededor de la casa para librarlos del enemigo. La anciana añadió:
- "Sin embargo, ¿piensas que si fuera la voluntad de Dios construir una muralla alrededor de nosotros, sería imposible para Él?

Llegó la terrible noche del 5 de enero y a la medianoche, los soldados empezaron a entrar en todos lados. La casa de la que hablábamos estaba cerca de la carretera, y era mayor que las casas que estaban cerca, que eran solo casas muy pequeñas. Sus habitantes miraban con ansias o temor cómo los soldados entraban en una y otra casa para pedir lo que quisieran; pero todos pasaron de largo de su casa.

Durante todo el día había habido una terrible nevada (la primera del invierno) y hacia la noche la tormenta se hizo tan violenta que apenas se reconocía con otros años.

Al final cuatro partidas de cosacos llegaron, porque la nieve no los dejaba entrar antes en la ciudad por otro camino. Esta parte de las afueras estaba un poco lejos de la ciudad misma. Las casas cercanas a donde vivía la anciana se vieron así llenas con 50 o 60 de estos hombres salvajes. Fue una noche terrible para los que vivían en esa parte de la ciudad, llena a rebosar con tropas enemigas. Pero ni un solo soldado entró en la casa de la abuela; y en medio de los gritos de alrededor ni siquiera se oyó un golpe en la puerta para asombro de la familia.

A la mañana siguiente, cuando salió el sol, vieron la causa. La tormenta había descargado una cantidad tal de nieve entre la carretera y la casa que no se podía llegar allí.

- "¿Ves ahora, hijo mío," -dijo la anciana- "que fue posible para Dios levantar una muralla alrededor de nosotros?".

LA TRISTEZA, COSA NEFASTA


La tristeza, cosa nefasta
La tristeza, un enemigo oscuro y sórdido que corroe, de manera taimada, lo mejor que hay en el hombre


Por: Estanislao Martín Rincón | Fuente: Catholic.net 




A poco que uno entre en contacto con la Pascua, aparece como rasgo distintivo, como santo y seña de este tiempo, la cuestión de la alegría. Y aparece también, por contraste, su contrario, la tristeza, a la cual me ha parecido conveniente dedicar alguna reflexión.

Recuerdo que hace ya muchos años llamó mucho mi atención un artículo del sacerdote y escritor José Luis Martín Descalzo titulado “El pecado de la tristeza” y recuerdo también que la primera reacción fue una cierta sensación de incomodidad ante el título, una mezcla de extrañeza y enfado a la vez. Me sentí molesto solo con el título porque a mi parecer la expresión por sí sola encerraba injusticia.

- “Pues es lo que le falta a quien está triste, que encima le digan que está pecando -pensé-. Como si no tuviera bastante con su propia aflicción”.

Tras el desconcierto inicial del título, la lectura del artículo iba despejando dudas a medida que el autor se explicaba con su claridad y sensatez acostumbradas. Traigo a colación esta cuestión de la tristeza porque me parece que conviene volver sobre ella una y otra vez, me parece que es de lo más actual y considero muy útil hablar de ello. He llegado al convencimiento de que tenemos en la tristeza un tóxico generalizado y escurridizo, un enemigo oscuro y sórdido que corroe, de manera taimada, lo mejor que hay en el hombre; una especie de carcoma del corazón y a la vez, un elemento de disgregación social. Así habla de ella la Vulgata: “Como la polilla al vestido y la carcoma a la madera, así la tristeza daña el corazón del hombre” (Prov 25, 20).

Aunque la tristeza es un fenómeno tan común y tan corriente que no necesitamos definirlo, sí me ha parecido oportuno ponerlo al lado de su contrario, la alegría, para entenderlo en sus verdaderas dimensiones. En nuestra mejor tradición se define a la alegría como “la complacencia en el bien poseído o esperado”. La idea de alegría está necesariamente unida al bien. La alegría no es otra cosa que la respuesta global de la persona humana ante un bien. No hay alegría, ni posibilidad de ella, si el bien no entra en escena. Esta es la cuestión: el bien. Aquí está la clave para encarar el problema de la tristeza.

Es evidente que el mal está muy extendido. El mal es amplio, abundante y campa a sus anchas, ciertamente. Y me atrevería a decir más: el mal es mucho más abundante y está mucho más extendido de lo que podemos llegar a captar. Yo barrunto que no tenemos capacidad para hacernos una idea cabal de la extensión del mal que hay en el mundo. Ni de su extensión ni de su “intensión” (perdónese el neologismo). Aunque tengamos noticia de muchas manifestaciones del mal, al mal no lo vemos, lo que vemos son sus expresiones concretas. Si son muchas las que nos llegan es porque hay muchas más. Cada noticiario no es sino una apretada dosis de las más llamativas desgracias y perversidades acaecidas en cualquier lugar del mundo cada día. Si de manera tan resumida es mucho el mal del que se nos informa, eso significa que hay mucho más todavía. Todo esto es cierto, pero no es casual, no es así por azar porque en los grandes medios de comunicación nada ocurre al azar, nada hay fuera de control. Cabe concluir, por tanto, que la divulgación de la maldad humana responde a una estrategia diseñada y puesta en práctica con toda intención. Y cabe concluir también que detrás de la propagación del mal no puede estar de  manera interesada sino el propio mal.

Pues bien: no podemos hacer el juego a esta estrategia. No podemos tener ojos solo para el mal. No podemos poner el acento, solo ni preferiblemente, en lo mal que está todo porque cada vez que lo hacemos nos convertimos en peones y colaboradores de esa estrategia perversa. Quien ve mal por todas partes no tiene ninguna posibilidad de complacerse en nada. La cosa tiene más gravedad de lo que pudiera parecer, porque es un asunto que nos atañe no solo de manera individual, y aunque tiene un componente afectivo importante, no es principalmente una cuestión afectiva. El mal engendra tristeza, la tristeza conduce al odio y el odio recae siempre sobre los demás. El odio, como el amor, necesita siempre de otro; el odio como el amor, exige siempre alteridad porque nadie se odia a sí mismo. Uno puede reconocer cosas que le gustan de sí mismo, pero no puede odiarse porque nadie de carne y hueso puede odiarse a sí mismo. “Nadie odia su propia carne” (Ef 5, 29). Cuando esta cadena maléfica (mal-tristeza-odio) echa raíces en el alma, el hombre entra en una espiral de opacidad y de negrura más que peligrosa. Lo diré con mayor claridad y contundencia: La tristeza puede prender en el alma, pero quien no la afronta con decisión para erradicarla, se deja deslizar por una rampa que acaba en el infierno. Quizá ahora podamos entender el mandato bíblico que escribió San Pablo: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres” (Flp 4,4). Y quizá ahora podamos entender por qué los autores espirituales han hablado de la tristeza como pecado.

¿Qué clase de pecado? Una variante de la pereza que consiste en la modorra y el torpor para salir de la oscuridad de uno mismo. Porque este es uno de los grandes efectos demoledores de la tristeza: que mete al hombre en sí mismo y lo incapacita para salir de sus angustias. Lo encierra en sí mismo, lo ofusca y lo va asfixiando cada vez más, lo recuece en su propio jugo y lo paraliza; impide ver las necesidades ajenas (bastante tiene con las propias) y obstaculiza la apertura a los demás.

Pensando en ti, lector querido, se me ocurre que tal vez me hagas la siguiente objeción: todo lo dicho está muy bien, pero solemos ver el mal concreto como en un tablero de ajedrez, vemos sus causas y sus consecuencias, sus agentes y sus responsables y vemos también qué se podría hacer para evitarlo. Dicho de otro modo, tenemos razón. Pues bien, este es el segundo rasgo hacia el que deseo fijar tu atención: el hecho de tener razón. ¡Cuánto nos gusta y de qué poco sirve! ¡Tenemos tantas razones para abonar la tristeza, tantas para instalarnos en ella! Este es el gran problema, que nadamos en aguas de tristeza y de abatimiento cargados de razón. Le llamo problema porque lo es. Tener razón es quizá el mayor ejercicio de inmanencia al que estamos acostumbrados porque tener razón es algo que no trasciende, no escapa de nosotros mismos ya que surge en nuestro interior y en nuestro interior se queda. Y por eso precisamente nos vuelve hacia nosotros, nos enroca metiéndonos en nosotros mismos, nos empuja a dar vueltas a nuestro propio yo una y otra vez. Si te das cuenta, lector, esto es justamente lo contrario de lo que hace en nosotros el amor, que es sacarnos de nuestras fronteras acercándonos a los demás, hacer que nos preocupemos de cómo les van las cosas a los otros, volcarnos hacia afuera.

El tener razón nos ensimisma, el amar nos lleva a dedicarnos a los problemas del prójimo. Lo primero nos constriñe, lo segundo nos dilata; aquello nos empequeñece, esto otro nos hace grandes; la tristeza generada por la búsqueda de tener razón nos “egoistiza”, la alegría que procede del amor nos lleva a darnos. ¿Ves por qué no se nos ha dicho que busquemos tener razón y en cambio sí se nos ha mandado -como único precepto- amar a los demás?

Por ser enemiga del bien, mala es la tristeza, y peor aún si se ayunta con el tener razón. Cosa bien distinta es el dolor. También conviene dejarlo claro, porque el dolor sí es compatible con el bien. Y no solo compatible, sino fuente de él.

TRAS MIS HUELLAS Y A MI LADO


Tras mis huellas y a mi lado
Tras mis huellas, a mi lado, Dios me sigue. Con respeto a mi libertad, con misericordia y ayuda.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




Estoy en camino. Con mis decisiones escojo la meta y el modo de alcanzarla. El futuro avanza entre seguridades y misterios. La vida continúa sin descanso.

Cada paso marca el camino. Parece que mucho depende de mí, aunque también mucho está en las manos de otros.

Tras mis huellas, a mi lado, Dios me sigue. Con respeto a mi libertad. Con deseos de mi cariño. Con ofrecimientos de misericordia y de ayuda.

¿Por qué insiste en Su Amor? ¿Por qué no deja al hombre decidir su presente y su futuro? Porque un Padre lo es siempre: no puede abandonar a cada uno de sus hijos.

Me sorprende este Dios tan humilde y tan potente. Podría obligarme a amar, pero prefiere mis opciones libres. Así arriesga mucho, pero consigue mucho más: amor.

Porque sólo una creatura llega a amar si vive libremente. Y Dios no quiere esclavos, sino hijos que aman y se dejan abrazar por Su cariño.

Tengo ante mí un nuevo día. Pienso en tantas cosas que debo hacer o que me gustaría llevar a cabo. El tiempo no es elástico. Hay que ponerse a trabajar.

Entre mis pensamientos, Dios se asoma con respeto. Llama a la puerta. Desea que le mire, que descubra su pasión de enamorado.

Si le abro, entrará, y habrá cena y fiesta (cf. Ap 3,20). Entonces mi jornada tendrá una luz maravillosa, brillará ya ahora con una belleza y una frescura que salta hasta la vida eterna (cf. Jn 4,14).
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